La horrible lengua alemana by Mark Twain

La horrible lengua alemana by Mark Twain

autor:Mark Twain [Twain, Mark]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales, Idiomas, Humor
editor: ePubLibre
publicado: 1897-10-31T00:00:00+00:00


LOS HORRORES DE LA LENGUA ALEMANA

DISCURSO DADO EN LA TABERNA DE FIESTAS CONCORDIA, VIENA, 31 DE OCTUBRE, 1897[39]

Me ha conmovido profundamente, mis Caballeros, ser recibido aquí con tanta hospitalidad por colegas de mi propio oficio, en esta tierra tan alejada de mi propia patria. Mi corazón está lleno de agradecimiento, pero mi pobreza en las palabras alemanas me fuerza a una gran economía expresiva. Discúlpenme, mis Caballeros, que dé lectura a lo que quiero decirles. [Pero no leyó nada. Aviso de la redacción].

Yo no hablo bien la lengua alemana, sin embargo muchos expertos me han asegurado que la escribo como un ángel. Puede ser. No lo sé. Hasta ahora no he tenido ninguna relación amistosa con ángeles. Eso vendrá más tarde. Cuando al amado Dios le plazca. No hay apuro.

Hace mucho, mis Caballeros, he albergado el apasionado anhelo de hacer un discurso, pero no me lo habían permitido. Personas, que no han tenido sentimientos por el arte, me ponían siempre obstáculos en el camino y frustraban mi deseo. De vez en cuando por medio de excusas, a menudo mediante la violencia. Estas personas siempre me decían: «¡Cállese, Su Excelencia! ¡Calma, por el amor de Dios! Busca otra forma de hacerte molesto».

En el presente caso, como es usual, me fue difícil obtener el permiso. El Comité lo lamentó mucho, pero no me pudo dar el permiso debido a una ley que la Concordia pide para proteger el idioma alemán. ¡Tú, amado tiempo! ¿Cómo me tendrían que poder —querer— autorizar — deber decir eso[40]? Soy tan sólo el amigo más fiel de la lengua alemana. Y no sólo ahora, sino desde hace tiempo. Desde hace ya veinte años. Y nunca tuve el anhelo exigido de dañar el noble idioma, al contrario, sólo he deseado mejorarlo. Quise únicamente reformarlo. Ha sido el sueño de mi vida. Ya he visitado suficientes gobiernos alemanes rogando un contrato. Voy ahora a Austria con la misma tarea. Efectuaría sólo algunos cambios. Comprimiría simplemente el método del lenguaje— la construcción voluptuosa y elaborada. Reprimir, abolir, aniquilar las eternas cláusulas. Prohibir la introducción de más de trece sujetos en una frase. Poner el verbo lo más adelante, hasta que se lo pueda descubrir sin telescopio. En una palabra, mis Caballeros, quisiera simplificar tanto vuestra amada lengua que si la necesitaran para rezar, se la entienda allá arriba.

Les ruego sigan mi consejo y realicen las mencionadas reformas. Entonces ustedes poseerán un idioma espléndido y después, cuando quieran decir algo, al menos podrán entenderse a sí mismos. Pero muy frecuentemente en la actualidad, cuando Ustedes conciben una frase de una milla de largo y se apoyan un poco para descansar, entonces deben sentir una emocionante curiosidad, sobre qué han dicho realmente. Hace muchos días un corresponsal de un periódico local construyó una frase que contenía ciento doce palabras y dentro estaban siete cláusulas abiertas y cambiaba de sujeto siete veces. ¡Piensen solamente, mis Caballeros, en el curso del viaje de una frase, el pobre, perseguido, fatigado Sujeto debe hacer transbordo siete veces!

Ahora, si realizamos las mencionadas reformas, no será muy grave.



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